Dolors
Roig

Responsable de Comunicación en Gremi de Floristes de Catalunya

El otro día tomando un café con un buen amigo, me contaba el agobio del teletrabrajo. Me decía que estaba muy sorprendido de lo que suponía trabajar desde casa. Lo que en un principio parecía un planazo, después de unos meses ya casi no tenía ninguna ventaja. A mí me pasó lo mismo.

Cuando llegué aquí hace unos dos años y medio no sabía realmente lo que era trabajar en un espacio compartido.

Después de trabajar muchos años en una multinacional decidí emprender un camino nuevo, dentro del marqueting y la comunicación, trabajando para distintos clientes y muy focalizada en el pequeño comercio. Me monté un despacho en casa, pero la pausa del café iba acompañada de una lavadora demasiado a menudo, unida a la sensación de soledad, que en mi caso no me aportaba nada positivo. Así que decidí buscar un Coworking.

Vine a Singular Cowork y cuando entré, decidí que había encontrado mi hogar profesional. Yo le llamo, mi segunda residencia. Me gusta la luz que tiene, tengo mi espacio para concentrarme, tener mis reuniones, mis videollamadas…

Cuando paro para tomarme un café, comparto temas de mi trabajo, me dan ideas, comentamos la última serie, comidas… Y cuando llego a casa pongo esa lavadora… ¡Incluso a veces tengo suerte y me la encuentro ya tendida!